
Se cree que comer de manera balanceada es costoso y que no se pueden aterrizar los conceptos a una familia normal; pero la nutricionista Claudia Angarita da varias pistas y estrategias para lograrlo:
- Fomentar el consumo de frutas y verduras, mirando las que están en cosecha, y almacenarlas de forma correcta para que se puedan usar por largo tiempo.
- En relación con los cereales, se pueden observar las etiquetas nutricionales para comparar el aporte calórico (no debe ser mayor de 150 calorías por porción), la grasa (que no supere los 5 gramos), las grasas saturadas (no más de 3 gramos) y los carbohidratos en azúcares (no más de 15 gramos). Si los valores son mayores, hay que procurar consumirlos menos, dice.
- En proteínas, hay algunas económicas como el huevo, que tienen aporte nutricional alto, o las lentejas y los fríjoles en hamburguesa, que se pueden elegir. Se trata más de aprender sobre técnicas de alimentación y de ser creativos en la preparación, apunta la experta.
- Algo muy importante es mirar el tamaño del plato. Un plato postrero es ideal para los niños y uno normal, para los adultos. La mitad del plato debe ser frutas y verduras; un cuarto, la proteína y el otro cuarto, el cereal. Y aquí insiste en que no hay alimentos malos, “lo malo es la proporción y frecuencia en la que se come y cómo se consume”.
- La alimentación en niños con actividad física normal debe aportar entre 1,500 y 2,000 calorías; si se trata de un joven sedentario, el aporte calórico debe reducirse para que no aumente de peso. Y en el caso de menores muy activos, puede subir hasta 2,600 calorías, agrega.
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