El anonimato ha vencido. Un juez estadounidense ha permitido a una mujer no difundir su identidad tras haber ganado cerca de 560 millones de dólares en un premio de lotería en el Estado de New Hampshire. La afortunada, que utilizó el seudónimo de Jane Doe en el proceso judicial, demandó a la Comisión de Loterías que la obligaba a identificarse para poder cobrar un premio. Ella temía verse acechada una vez se supiera que era la receptora de uno de los mayores premios de la historia de Estados Unidos.
El caso ha propiciado un debate sobre los límites de la privacidad, las ansias de los Estados de promocionar sus sorteos y la lucha contra el fraude. El juez Charles Temple, del condado de Hillsborough, le dio el lunes la razón a la mujer: “No hay duda de que si se difundiera la identidad de la señora Doe, ella sería objeto de una cantidad alarmante de acoso, peticiones y otras comunicaciones no deseadas”, escribió en su fallo.
El juez, sin embargo, dictaminó que debe revelarse la localidad en la que vive la mujer porque considera que eso no pone en riesgo su anonimato. Se trata de Merrimack, un municipio de unos 25.000 habitantes, el octavo más poblado en ese pequeño Estado de 1,3 millones de habitantes y fronterizo con Canadá.
La mujer estaba eufórica tras la sentencia judicial. “Saltaba de arriba abajo. Podrá tener una vida normal”, dijo William Shaheen, uno de sus abogados, a la agencia Associated Press.
Tras saber que había ganado el sorteo, el pasado enero, la mujer siguió las instrucciones sobre cómo cobrar el premio y firmó el reverso del boleto. Su defensa asegura que nadie la informó de que podría haberlo comprado mediante un fondo anónimo, lo cual le hubiera evitado el tener que identificarse. Pero el Gobierno de New Hampshire defendía que por ley, para evitar irregularidades, el ganador solo puede cobrar su premio si se revela su nombre y su lugar de residencia. Y que una vez se ha firmado un boleto, si se intenta rectificar, el premiado queda anulado.
Doe logró en febrero una victoria clave. El juez dictaminó que podía cobrar el dinero a través de un fondo anónimo tal como acordaron ambas partes, mientras sopesaba su decisión sobre si la identidad podía mantenerse en secreto. En su fallo del martes, el magistrado consideró que, si el Estado permite cobrar el premio mediante un fondo secreto, es inválido su argumento de que revelar la identidad de la ganadora va en contra de la transparencia y el deseo de información de la ciudadanía. La sentencia, además, puede sentar un poderoso precedente: solo seis Estados, de los 50 que conforman EE UU, permiten a los ganadores permanecer anónimos
De lo muy poco que se sabe de la agraciada mujer es que la semana pasada cobró los 264 millones de dólares del premio (la cuantía neta tras el pago de impuestos) y que ha entregado parte del dinero a organizaciones benéficas. Sus abogados han avanzado que tiene previsto donar entre 25 y 50 millones de dólares a lo largo de su vida.
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