
Adriana Peguero y Ramón Cruz Benzán
Santo Domingo
Desde su adolescencia, Víctor Alexander Portorreal Mendoza (El Metálico o Chamán), se interesó por los ritos satánicos, el sabor de la sangre y el uso de cráneos y otros huesos humanos, cuenta la gente de su barrio, La Puya, Arroyo Hondo.
Lo describieron como callado, misterioso y no compartía con nadie desde que llegó a los nueve años de edad, pero que cuando cumplió los 14 años, conoció a unos amigos heavy metal que lo llevaron a ese mundo. Sin embargo, al cabo de un tiempo estos se salieron “y él siguió con su brujería”, contó uno de ellos.
“A él le gustaba tomar sangre y hacer rituales, además jodía con brujería. Él tenía el diablo adentro desde niño. Guardaba cráneos y otros huesos humanos debajo de su cama. Siempre tenía una estrella diabólica en su habitación, pero a sus padres no le gustaba ese comportamiento y por eso se ganó muchos golpes”, contó.
De hecho la gente dijo a LISTÍN DIARIO que por el comportamiento que mantuvo El Metálico, los padres se mudaron a otra vivienda y lo dejaron solo.
Comentó que para él y el resto de los jóvenes del barrio, aunque el comportamiento de El Chamán era realmente raro, lo veían como algo normal, de un muchacho que solo quería ser famoso en el mundo de la música metálica.
“Él quería ser famoso como Enrique Bunbury y por eso aquí lo llamábamos Bulbary”, dijo.
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