
Hace siete años José V dejó su trabajo en Colombia como cajero en un banco y llegó a Nueva York, dispuesto a quedarse. Las deudas y los serios problemas económicos de su familia lo pusieron a soñar con una mejor vida, que no podía alcanzar con su salario mensual de apenas $350.
En menos de una semana de llegar a la Gran Manzana ya estaba trabajando en un restaurante como lavaplatos, ganando más dinero, y en cuestión de semanas la vida le empezó a sonreír.
“Me subieron al piso como ‘busboy’, me mejoró el salario, luego me traje a mi esposa y a mi hijo de 2 años y comenzamos a vivir bueno, trabajando duro, pero dándonos gusto”, recuerda el colombiano, con un tono de nostalgia. “Pude pagar las deudas, ayudar a mis papás y hasta nos metimos en una casa en Bogotá, que ya acabamos de pagar”.
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