
La joven afirma que sus padres no saben de sus intenciones, y que se vio en la necesidad de decidirlo desesperadamente porque atraviesa por una situación económica difícil. Además, comentó que quiere estudiar en Oxford. “Lo veo estrictamente como un negocio, nada emocional. Pienso que con una copa de vino será suficiente para lograrlo”, dijo. Alexandra asegura que puede probar su virginidad para que los clientes no tengan duda, aunque mostró un poco de preocupación por el estado de salud físico y mental de quien fuera capaz de pagar el millón de euros para tenerla una noche. AGENCIAS
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